domingo, 8 de abril de 2007

El necio

Qué necio es aquel que trata de tapar el Sol con un dedo. No se da cuenta de que, el Sol, es sólo una estrella entre muchas.

Sabiduría y perfección: ¿sinónimos o disímiles?

El sabio, al contrario de lo que se pueda pensar, no es perfecto en obra y pensamiento. El sabio es un ser humano normal, y como todo humano normal (promedio) comete errores. Su secreto: él acepta sus errores, los reconoce y está dispuesto a enmendarlos, lo cual le permite aprender de ellos. ¿Y eso lo termina haciendo inmune a cometer errores? ¿Lo convierte en un ser "perfecto"? Creo que no es propio de la naturaleza humana la perfección y, por ende, no es aplicable a nuestro obrar diario el no cometer errores nunca.

El sabio aprende de los errores que cometió, que comete, y que cometerá. Quien no comete errores no vive, no aprende, es un vegetal (en un sentido figurado, claro está). Los errores abren al sabio la puerta hacia nuevas equivocaciones, tropiezos y, finalmente, la verdadera sabiduría: la aceptación de sí mismo como un ser imperfecto y, en esencia, humano.

Pienso que nuestra idea de la "perfección" es enemiga del equilibrio, del alma libre..., y lo dice un perfeccionista. La búsqueda de la perfección, a veces, nos impide percibir la verdadera belleza, la verdadera armonía, la verdadera sabiduría. Nos puede apartar del camino hacia la felicidad, y es ahí, en la felicidad verdadera y plena, donde radica la sabiduría. A fin de cuentas, la felicidad de un individuo radica en la aceptación de sí mismo.

Entre los principios de la filosofía Zen está el desprendimiento del ego. La búsqueda de la perfección crea inseguridad y, en cierto grado, baja autoestima, lo que paradójicamente tiende a alimentar el ego: dado que pienso que no soy suficientemente diestro o capaz, y puesto que necesito que otros sepan (o piensen) que lo soy, siento la necesidad de mostrar que yo sé algo (o todo), demostrar que yo puedo, demostrar que sí soy capaz..., demostrar que soy medio estúpido (nótese el énfasis en la palabra "demostrar"). La filosofía Zen plantea que, en la medida que el individuo se desprende del ego, alcanza la verdadera felicidad y, por ende, la verdadera sabiduría.

El verdadero sabio, ése que encontró la felicidad y que no busca la perfección a su alrededor, que acepta lo que le rodea, incluyéndose a sí mismo y a sus errores, no habla sobre lo que significa ser sabio ni cree saber lo que es la sabiduría.